Cuando los miembros de una pareja deciden vivir juntos, generalmente hablan de los planes que tienen: La fiesta, el vestido, la casa, los regalos, la escuela de los hijos, las vacaciones, etc. Sin embargo, existen temas de los que no siempre hablan, temas que son indispensables como, por ejemplo, el dinero. ¿Cuánto gana cada uno? ¿Por qué no se habla de ello?
En la relación de pareja, el dinero juega un papel crucial, pues muchos planes giran en torno a él. En esta cultura, en la que el hombre está «entrenado» para cuidar y proveer a su pareja, con frecuencia se siente obligado a pagar casi todo, desde las cosas más elementales, hasta las que llevan al esparcimiento.
Si la pareja desde un principio decidió abordar el tema, los acuerdos se tomarán de manera más sencilla. Pero si esto no sucede así, las personas empezarán a sentirse incómodas por los gastos que cada uno decida priorizar. En realidad, la mayoría de las parejas no saben cuánto gana su cónyuge. En algunos casos, cuando deciden hablarlo, pueden mentir al respecto, por diversas razones.
En una sesión, por ejemplo, Ramón llegó muy contento pues le acababan de aumentar el salario, pero no le dijo a Elena pues ella querría ahorrarlo para las becas de los hijos, y él quería cambiar el auto. En otro ejemplo, Eugenia, en su primera sesión me dijo que ganaba más que Sergio, pero que no quería decirle pues temía que él se sintiera mal (menos que ella), así que le dio una cifra mucho menor. Él vivía engañado y feliz por ser el proveedor.
Para evitar hablar de su salario, algunas parejas deciden aportar una cantidad fija para los gastos comunes; otras deciden que es más justo aportar un porcentaje; sin embargo, eso no es real si uno de ellos miente con respecto a la cantidad que aporta. Muy pocas parejas deciden juntar los salarios y que uno de ellos administre el dinero, eso conlleva a un riguroso control en las finanzas que puede resultar en desacuerdo cuando quien administra decide priorizar un gasto.
Hay otro tipo de parejas en las que un miembro se dedica al hogar y a la crianza de los hijos, generalmente la mujer, y recibe una parte del dinero del salario de su cónyuge, pero no sabe cuánto representa esa cantidad del salario mensual.
Otro ejemplo: Gerardo y Karla llegaron muy enojados a una sesión porque no podían acordar qué era más importante, irse de vacaciones a Cancún y gastar todo el presupuesto, o irse a Acapulco y con el resto comprar una sala. Gerardo daba la “totalidad” del salario a Karla (a veces se guardaba una parte para ir a comer con sus cuates) y su enojo consistía en que ella administraba, pero no podía tomar la decisión sin consultárselo.
¿Te identificas con alguna de estas situaciones?, ¿hablas con tu pareja de cuánto ganas?
Es claro que cada pareja soluciona las cosas de una manera diferente; sin embargo, en ocasiones ayuda que alguien externo medie en la conversación para que se resuelva el tema y no acabe en gritos y amenazas en casa. Para favorecer los acuerdos respecto a este tema ríspido de la relación, sea que tú y tu pareja decidan hablar o no de cuánto es lo que gana cada uno, lo importante en todo caso es:
- Aportar una cantidad fija o bien una parte proporcional de su salario. En ambos casos, esta deberá ser suficientemente holgada para los gastos comunes: Hipoteca, renta, mantenimiento, despensa, autos, seguros, gasolina, servicios, etcétera.
- Aportar una cantidad fija como ahorro para vacaciones, imprevistos, etcétera.
- Acordar cuáles son los gastos más urgentes sin anteponer los intereses personales. Si no logran ponerse de acuerdo, pedir a alguna persona neutral que les ayude a decidir.
- Si hay hijos, tomar en cuenta su opinión; muchas veces ayuda a ver algunas cosas que la pareja no ve.
- No romper los acuerdos de manera unilateral y mantener la comunicación constante. En caso necesario, si los acuerdos ya no funcionan, hacer nuevos acuerdos.
- No utilizar el dinero como moneda de cambio para obtener beneficios personales ni para los hijos.
- No chantajear a la pareja con el dinero.
Después de algunas sesiones, Beatriz y Hugo acordaron comprar alcancías completamente selladas para algunos gastos comunes: La primera para las vacaciones; la segunda para los seguros, y la tercera para imprevistos. Las alcancías no se abrían hasta fin de año (solo la tercera se podría abrir). Con este sencillo acuerdo lograron realizar viajes, amueblar el estudio y hasta darse regalos, hasta ahora no ha habido imprevistos.
Así como para el dinero, los acuerdos son esenciales para lograr una mejor comunicación con tu pareja, es por ello indispensable que puedas hacerlo de manera fluida.